Hace 71 años, en un
día como hoy, falleció Juan Segundo Ramos Álvarez, abogado, poeta e historiador
vallenarino. Su gran legado histórico y cultural fue “La Historia del Huasco”
donde recoge ampliamente la historia vallenarina contemporánea. El lunes 3 de
enero de 1949 apareció en El Noticiero Huasquino el primer artículo, o
“folletín” como algunos lo llamaron, de la Historia del Valle de Huasco, con lo
cual empezaba a cobrar vida real el proyecto en el que había trabajado con
denuedo.
Ramos Alvarez nació
en Vallenar el 6 de septiembre de 1908. Sus padres fueron Juan Antonio Ramos,
rico propietario freirinense que descendía del primer encomendero del valle del
Huasco, Jerónimo Ramos de Torres y Saa; y su madre doña Tránsito Álvarez de
Ramos, perteneciente también a una de las más antiguas familias del Huasco.
Sus estudios
básicos los realizó en la Escuela Superior Nº 1 de Vallenar. Posteriormente
ingresó al Seminario Conciliar de La Serena, lugar en que realizó brillantes
estudios humanísticos y sacerdotales. Allí nació su inquietud literaria,
dirigiendo con acierto un periódico estudiantil.
Quedó sin padre a
temprana edad. Su madre, ya viuda no autorizó que su único hijo viajara a
Europa para continuar su formación religiosa para la cual ya estaba
seleccionado. Por esta razón, ingresó primero a la Universidad Católica, donde
fue compañero de curso de Eduardo Frei Montalva y, posteriormente, a la
Universidad de Chile, donde realizó con distinción estudios de Derecho.
Los medios de
comunicación de Vallenar, lo destacaron en sus páginas por su vibrante
oratoria. Como historiador y poeta, poseía una prosa plena de belleza y un
depurado estilo. Escribió para La Nación, El Diario Ilustrado y otros medios de
prensa de Santiago. En Vallenar, lo hizo para El Noticiero Huasquino, editado
por la familia Rojas González; El Eco del Huasco, que publicaba Oscar Emilio
“Canito” Carvajal y la Revista literaria Atacama, que conducía el poeta Carlos
Eduardo Proby.
Falleció
trágicamente la noche del 16 de junio de 1949 al caer a un canal cuando iba en
camino a la residencia de sus familiares en la Hacienda La Compañía, tras
celebrar el término de los preparativos de su único libro. Pese a lo ocurrido,
quedó con vida, pero no fue auxiliado oportunamente. No había cumplido aún los
41 años de edad.
En la población
Quinta Valle, una calle adornada con árboles y jardines, perpetúa su nombre.