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CRONICAS VALLENARINAS DEL AYER Centro Comercial de Vallenar (Ala norte de calle Prat – Primera parte)


Este comentario es a pedido. Me sugirieron que escribiera algo acerca del comercio vallenarino en los años setenta. El dilema es que hay mucho que escribir… podríamos hablar de los “emporios” de población, de la presencia de los comerciantes turcos o chinos o, simplemente, de los locales más emblemáticos del centro de la ciudad; pero, para no hacerme atados, me permitiré un “tutifruti” de recuerdos.

Cualquier vallenarino que vuelva a la ciudad después de medio siglo de ausencia, notará cuánto ha cambiado la fisonomía comercial del sector centro. Por ejemplo, si uno recorre la calle Prat desde la Plaza hacia el naciente, notará que ya no están la heladería Jamaica nila Librería Álvarez, que funcionaron sucesivamente donde hoy está El Bocatto; tampoco El Capri, el restaurante de don Nelson Rojas, situado donde hoy existe la oficina de la AFP Provida; en la esquina norponiente de calle Santiago se encontraba la confitería de la familia Meléndez, cuyo patriarca la arrendó posteriormente a don Rodolfo Rojas.

Cómo no recordar la famosa Casa Estadio que pertenecía a don Akiro Murakami, ubicada en la esquina nororiente de la intersección con calle San Ambrosio.  Recuerdo que siempre pasaba por allí para mirar las pelotas de fútbol que estaban en exposición… eran un sueño para mí, porque lo máximo a que podía aspirar era a las pelotas plásticas. Más arriba, un par de locales más, estaba la sastrería del señor Nazer, padre de Amín Nazer, ex compañero de colegio en la Escuela 1. A mitad de cuadra, donde hoy existe una farmacia, estaba la agencia del Banco de Créditos e Inversiones.

En la esquina nororiente con calle Santiago existía una confitería, donde mismo antes había funcionado la Casa Kaluf, hoy allí está la nueva casa del BCI. Siguiendo por la vereda norte hacia el naciente, estaba el local del chinito León y contiguo se hallaba la extensa ferretería de la familia Muñoz, donde mismo hoy se encuentrala Galería Corona del Inca.Estelocal abarcaba todo el ancho de la actual galería. Cabe precisar que, entre el tiempo de aquella ferretería y la actual galería, también funcionaron allí el local de venta de artículos electrónicos de don Silvano Martínez y al lado la Mueblería París de don Manuel Cabrera.

Siguiendo con el recorrido virtual, no me puedo saltar, por ningún motivo, la esquina con Brasil, porque allí estaba el lugar más aromático del centro, gracias a los exquisitos helados que fabricaba don uno de los hermanosYáber. Al frente, estaba la Zapatería La Florida de la familiaDaher; donde hoy está la Galería Fenicia se encontraba el centro comercial de don Antonio GalebCherfán, distribuidor de línea Madensa y de una fábrica de gas licuado de cilindros azules. Recuerdo que mi madre compró allí su primera cocina a gas, durante la época de la UP y, como no había en existencia, debió anotarse y esperar harto tiempo para que se la entregaran.

En un rápido vistazo, anotamos a continuación, por la misma vereda, el Café Diana;la Casa Barraza (perteneciente a don Pantaleón Barraza), en cuyo sitio hoy está presente Preunic;cruzando la calzada de Colchagua, estaba la Farmacia Nacional (hoy allí Cruz Verde) de don Pablo Lonza. Seguidamente, a mitad de cuadra, se encontraba la Fuente de Soda El Hilton, famosa por su butlizer que por una moneda se podía escuchar la canción que uno eligiera.

Donde se encuentra la Distribuidora DIN se hallaba la famosa tienda La Protectora, la más completa en su género, perteneciente a don Jorge Yasic; para luego encontrar la fuente de soda “Copacabana” y la farmacia de don Santiago Lonza. Entre Recova (hoy Alonso de Ercilla) y Hospital (hoy Verdaguer) se hallaba la famosa ferretería “LaCasa Azul”, perteneciente a don Martin Dorgambide, en cuyo punto había funcionado años antes la “TiendaAlvayay”.Actualmente, en renovados edificios, funcionan allí un centro médico y la agencia de Chile Express.

En la cuadra comprendida entre Verdaguer y Talca, se hallaban sucesivamente, el Club Radical Obrero (hoy centro de gimnasia); la discoteque “Los Troncos Viejos”, el minimarket de doña Blanquita Campusano y la Discoteque “Tiffany”.

Y podríamos decir que hasta allí llegaba el comercio más recurrido de Vallenar, correspondiente a nuestra arteria principal, durante los años setenta. En una segunda crónica, revisaremos el ala sur de esta misma calle.



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