En una fecha como hoy, hace 145 años, habría
nacido el llamado comúnmente “Gigante de Pinte”. Sobre sus orígenes se tejen
muchas versiones. Algunos dicen que es originario de El Tránsito, otros
aseguran que es de Pinte y también están quienes sostienen que llegó al mundo
en el poblado de Chigüinto, aunque en el fondo esto daría lo mismo porque se
trata de la misma comuna y el mismo valle. Algo similar ocurre con su fecha de
nacimiento, “porque nunca fue inscrito en el Registro Civil”, asegura nuestro
amigo historiador Mario Rojas Madrid. Unos dicen tener certeza que nació el 15
de abril de 1875 y otros le asignan el día 16, pero de comienzos del siglo XX.
Y qué decir de su nombre. Por mucho tiempo, en los escritos históricos de la
provincia aparecía como “Epifanio”. Así lo llamó la desaparecida revista “Tercera
Región” que circuló en los años noventa, hasta que alguien mostró documentos,
como la fotografía de una encomienda postal (adjunta), en la que aparece su
verdadero nombre: Benjamín Herrera Campillay.
Fueron sus padres, Eleodoro Herrera y
DelfiaCampillay, humildes aldeanos por cuyas venas corría sangre diaguita. Sobrino de Emeterio y Epifanio Herrera. A los
24 años medía dos metros y treinta y cinco centímetros. Sobre la razón de su
“gigantismo”, cuentan que a la edad de diez años se le declaró una enfermedad
llamada acromegalia, consistente en la excesiva producción de hormonas del
crecimiento en la hipófisis.
Dicen que la mayor parte de su corta vida
transcurrió en Alto del Carmen, en La Jarilla y Pinte. Ocasionalmente, bajaba a
Vallenar y cuando lo hacía se alojaba en la casa de los hermanos Juan y Hugo
Gribell, ubicada en la calle 14 de Julio. En lo que no existe duda es en
imaginar que su presencia en las calles de Vallenar causaba gran expectación, y
no eran pocos los muchachos traviesos que le acompañaban, algunos solo para
molestarlo por su torpe caminar.
Dadas sus dimensiones corporales, no había
calzado que cubriera sus pies, por lo que le fabricaban artesanalmente unas
especies de ojotas de cuero. Sus vestimentas eran confeccionadas exclusivamente
por su madre y hermanas. Cubría su cabeza con un sombreo de paja y llevaba
siempre colgado al cuello un gastado pañuelo de seda.
El mismo ya señalado historiador local Mario
Rojas dice en su libro “Misceláneas Históricas del Huasco” que Benjamín
falleció en Vallenar el año 1920, cuando recién tenía 25 años, lo que no
concordaría en la suma con su fecha de nacimiento. Por eso decía al comienzo
que existe una nebulosa sobre las fechas precisas que marcan la vida de este
personaje popular del Huasco.
Sus restos descansan en el Patio 1, pasillo 2
del Cementerio Municipal de Vallenar.