Con la implantación del “toque de queda” y la
cuarentena sanitaria que nos tiene a todos enclaustrados, no son pocos los que
añoran los fines de semana, bajo el predicamento aquel que decía… “hoy es
viernes y mi cuerpo lo sabe”. La realidad que afrontamos me llevó a recordar
aquellos locales de comida, bailables y de recreación nocturna hasta donde
acudían los vallenarinos entre los años sesenta al ochenta.

Otros dos típicos locales para comer y tomar un buen trago, animados por
un juego de dominó, a partir de fines de los años setenta, eran “El Venecia” y
“El Capri” cuando estaba en calle Prat, a pasos de la Plaza. El primero de la
familia Vicenzot y el segundo de la familia de don Nelson Rojas Q,E,P.D. que
hasta el día de hoy ofrece las ricas cazuelas y el
buen vaso shopero. Ambos eran locales populares, para la familia y amigos. En
“El Venecia”, los domingos la entrada era con derecho a una "Orange,desde las 19:00 hasta las
22:00 horas.
En la calle Prat hubo otros dos locales que
fueron del gusto popular, a la hora de pasarla bien
con los amigos, sentados en la barra, escuchando las canciones de Lucho Barrios yPalmenia Pizarro: El “Copacabana” (Al llegar a Alonso
de Ercilla) y“La Cañada” (al llegar a Verdaguer). En ambos locales, la cosa era
de tiro largo. Otros dos lugares populares para ir a comer,
tomar ybailar fueron “La Dieciocho de Septiembre” y “Las Gaviotas”, ambos en la
población Baquedano y "El Buslén" en Los Canales.
A comienzo de los años setenta se inauguró
con mucha pompa el lujoso local llamado “Las Añañucas”, en calle Prat arriba,
hasta donde una vez llegó a cantar nada menos que el “Pollo” Fuentes en su
pleno apogeo. Poco tiempo duró ese recinto como tal, ya que fue comprado por la
comunidad mormona.
A fines de los años setenta y comienzo de los
ochenta, aparecieron como lugares de bailes para la juventud de la época “El
Tiffany, en Prat esquina Talca, segundo piso del almacén de Blanquita
Campusano, el cual desapareció tras un incendio. Años después renació al
frente, donde hoy esta Dijon; "Los Troncos Viejos" (hoy está
Jhonson), "El Castillo" (actual Galería Bavaria) y la disco
“Joe".
En este recuento no podemos olvidar los
famosos bailes de "El Club Algarrobo", con los que finalizaba sus
olimpiadas anuales que para la ocasión traía a las mejores
orquestas tropicales de nuestro país. Durante los veranos, el destino obligado
era el "NinetyFour” de Huasco" y en Vallenar la “Piscina
Rotaria", donde se lucían los mejores grupos musicales, de la época, como
Los Dinamos, Zafary, Los Novis 4, Los Halcones, Sonido Yaiman, Grupo San
Carlos, Sonido Galaxia, Exodo y Niebla Purpura.
Pero, nadie podrá
negar que los mejores momentos de esparcimiento para muchos jóvenes de la
época, fueron los bailes en casas de amigos, con la particularidad que eran “de
toque a toque”, en alusión al toque de queda que imperaba en aquellos años. Lo
mejor era cuando el dueño de casa apagaba la luz, señal de que venían “los
lentos”, para bailar abrazaditos. Cuántos pololeos y matrimonios surgieron de esos bailes, donde no había drogas, violencia ni
reggeton.
Aunque no cuadra con lo anterior, un amigo
que no voy a nombrar, me sugirió un darunvistazo a los locales de “las niñas
malas”: BoiteDancing (Merced con Erasmo Escala), El Molino
Rojo (Avenida Matta), Las Delicias (calle Marañón), “La Tita” (Ercilla) y el
más famoso de todos: “El Cinco” de calle Merced.
Había varios otros, pero eran de “mala muerte”, segúnme
contaron.
De todo este panorama solo quedan
recuerdos, malos y buenos, pero como dice el refrán: “Lo comido y lo bailado no
me lo quita nadie”.