Muchos son los alumnos de la ex Escuela N° 5 de niñas -llamada así en un comienzo y mixta posteriormente-, que conocieron o tuvieron por profesor a don Miguel segundo Piñones Urbina, porque en sus comienzos fue un maestro polifuncional: Hacía clases de artes plásticas, música y técnico manual; pero, por sobre esas disciplinas, era el responsable de las selecciones que participaban en la ADEP (Asociación Deportiva Escolar Primaria) que muchos todavía recuerdan. Y, como si lo anterior fuera poco, podríamos agregar que es el arquero histórico, el de más prolongada trayectoria en el pórtico del centenario Club Ferroviarios de Vallenar.
Nació el 29 de
noviembre de 1934 en Pirita, un pueblo ferroviario ubicado a unos pocos
kilómetros al norte de La Serena. Llegó a Vallenar en febrero de 1953 a ejercer
como sastre, profesión que había aprendido en el Colegio Técnico Salesianos de
la capital de la Cuarta Región.
“En Vallenar me
encontré con algunos ferroviarios amigos que conocían a mi padre que había sido
trabajador ferroviario. Donde está el puente ferroviario, al lado del rio,
había una canchita y un domingo que fui a ver los partidos, me puse a un
costado del arco y empecé a atajar los balones que iban hacia afuera y parece
que me encontraron cara de arquero, aunque yo era delantero, y ese mismo día me
invitaron para que jugara por
Ferroviarios en la segunda división. Y parece que lo hice bien, porque al cabo
de ese partido de debut, me dijeron que el domingo siguiente jugaría en la
primera división y así fue que quedé para siempre como el arquero titular de
Ferroviarios”. De sus compañeros de ese equipo recuerda al renombrado arquero
“Pecha” Varas, al “Negro” Pujado, al “Chico” Araos y a un tal Núñez. Don Miguel
también fue arquero de la Selección de Vallenar durante gran parte de su
trayectoria deportiva.
Desde los comienzos
de su participación en el club aurinegro, comenzó a incursionar como técnico,
así es que muchas veces actuó como jugador y entrenador al mismo tiempo. Cuando
dejó de ponerse la tricota de arquero fue derechamente entrenador del Ferrito,
en cuyo cargo atesora un anecdótico mérito: “Nunca me pudo ganar un partido
Nelson Rojas”.
Miguel Piñones
comenzó a trabajar en la desaparecida Escuela de Niñas N° 5, cuando era
dirigida por el profesor Gualberto Kong Fernández, época en que la malla
curricular consideraba ramos como modas y lencería. Tras conversar con la
directora de la jornada nocturna, Ana Andrade, empezó a ejercer como maestro de
sastrería. “Estuve siete años enseñando gratuitamente, llegando a tener más de
90 alumnos. Tiempo después, quedó una vacante para el ramo de técnica manual y
vieron que yo tenía aptitudes, así es que rápidamente me hicieron los papeles y
quedé contratado en 1975 como profesor. En esos años, para ejercer, bastaba con
haber egresado de un colegio técnico. También enseñé música y artes plásticas.
Después, cuando se reactivó el Colegio de Profesores, surgió la obligación de
tener la licencia en pedagogía para hacer clases, así es que comencé a estudiar
en 1983 en la Universidad Austral de Valdivia”.
Don Miguel alcanzó
a trabajar 25 años como docente, lapso en el cual también estuvo a cargo del
deporte extra escolar de la misma Escuela N° 5. Su partida a la Universidad le
significó dejar de jugar por su querido Ferrito, ya que fueron cuatro años de
ausencia y dedicación a los estudios. Curiosamente, cuando dejó el fútbol para
dedicarse a la docencia, a fines de los años ochenta, armó el grupo de
montañismo “Lucero”, con cuyos compañeros ascendió casi todas las altas
montañas del norte chileno.
Actualmente, con 85
años de edad, jubilado como maestro, reside en La Serena, donde vive solo y
cuidándose del coronavirus. Su esposa falleció hace algunos años y sus hijos
están esparcidos entre la Quinta Región y Vallenar.
SERGIO ZARRICUETA
ASTORGA