El 17 de enero del próximo año Juan López
Torres, alcalde de Vallenar para el golpe militar de 1973, habría cumplido 90
años de edad, si no hubiese sido fusilado por efectivos de carabineros que le aplicaron la famosa “ley de fuga”, en el
sector Los Morteros de esta comuna, ya que –según la información oficial de
aquel entonces- “se encontraba armado y habría huido de la patrulla, tal como
ya lo había hecho una vez antes, el 12 de septiembre”.
Sin embargo, para su familia y amigos, esta
explicación está desvirtuada, pues,se presume que una patrulla policial se
encuentra en condiciones de aprehenderlo con vida, sobre todo si el detenido no
opone resistencia, tal como ocurrió en este caso. Reafirma esta conclusión el
hecho que Juan López fue enterrado en el Cementerio de Huasco Bajo por las
autoridades, estableciéndose un plazo de tres años durante el cual sus restos
no podían ser exhumados.
Juan López Torres fue una emblemática figura
del Partido Comunista no solo en Vallenar y la provincia del Huasco, sino que
incluso a nivel nacional; de hecho, para 1973 era dirigente de la mesa central
de la colectividad.
Había nacido en La Serena y en 1956 llegó a
Vallenar, luego de trabajar en varias faenas mineras del norte. Para 1958, Juan
López ya ejercía como secretario del Sindicato de Trabajadores de Huantemé.
“Fue una persona muy apegada a su responsabilidad como dirigente sindical, a
tal punto que rechazó el ofrecimiento de la empresa Huantemé para ascenderlo a
empleado, porque eso significaba dejar abandonado a sus viejos obreros”,
puntualizó Guido Díaz Silva, actual presidente del Partido Comunista de
Vallenar.
Según
sus conocidos, desde temprana edad se caracterizó por poseer el don de la
palabra y, con esa habilidad, se fue dando a conocer entre su familia y amigos,
aunque según Guido Díaz Silva “no fue un
orador fogoso, con discursos encendidos, sino más bien un tipo muy mesurado en
su oratoria aunque, como buen minero, siempre con la talla a flor de labios”.
El mismo dirigente comunista, actualmente con
80 años de edad, recuerda que López
fundamentaba muy bien sus discursos, basado en su extraordinaria buena
memoria para recordar las leyes laborales “Se sabía al dedillo el antiguo
Código del Trabajo, sobre todo en los puntos que tuvieran que ver con mejorar
las condiciones laborales de los trabajadores”.
Por su parte, Jorge Rivero Rivero, cercano a
la familia, quien conoció a Juan López en 1953, en la entonces provincia de
Coquimbo, recuerda que el futuro regidor y alcalde llegó a Vallenar en 1956.
“En esos tiempos, aún no pertenecía al Partido Comunista, pero tenía claras sus
ideas, le gustaba harto la pelea, no tenía mucha educación, pero era muy bueno
para leer. En la mina Sosita teníamos que trabajar por metros cúbicos y había
que aplicar harto las matemáticas; pero él solo sabía leer, no sabía nada de
matemáticas, yo se las enseñé y, como era muy ágil de mente, aprendía fácil y
así se fue educando solo”.
En la provincia de Elqui, específicamente en
el sector de Montegrande, conoció a Pastoriza Serracina, la mujer que sería su
esposa, compañera y madre de sus seis hijos. Hacia el año 1953 encuentra
trabajo en la entonces provincia de Antofagasta, en la salitrera “Paloma”.
Viviendo junto a su familia hasta el año 1955.Una enfermedad (Tuberculosis), lo
hace probar suerte en Huasco Bajo. Una
vez finalizado el episodio de su salud, es empleado como cargador de trenes en
Maitencillo para llevar el fierro a
Huantemé.
“Yo compartí con él hasta el tiempo que
asumió como alcalde, porque después me casé y me fui a Rancagua, pero venía a
mi casa. “Nunca me habló de un posible golpe militar, ni siquiera se le cruzaba
por la mente”, acota Rivero, agregando que de la muerte de su amigo Juan se
enteró a través de familiares. “Con el paso de los años, supe que hubo
traicioneros que lo vendieron…. Eso da rabia, porque uno no pudo hacer nada”,
agrega Rivero.
La capacidad y empatía de Juan López,
autodidacta y luchador incansable por los derechos de los más desposeídos, lo
llevan a ser electo Regidor en 1966. Y cuatro años después se transforma en alcalde de Vallenar.
El presidente del PC vallenarino acota que,
años después de la muerte de López, conversó con el dirigente campesino
Humbertino Azola, quien le contó que “el piquete de carabineros se negaba a
matarlo, pero, el grupo de civiles que iba con ellos mandaba más que los
pacos. Juan López se entregó
voluntariamente, pero igual le aplicaron la ley de fuga, matándolo por la espalda
cobardemente. Todas estas cosas las vine a saber mucho tiempo después, recién
el año 86”, concluye. Este trágico y deleznable asesinato ocurrió el 14 de
diciembre de 1973, quitándole la vida a un hombre querido y respetado por los
vecinos y sus contendores políticos.
Personalmente, la figura de Juan López Torres
me toca directamente, porque este destacado hombre fue muy amigo de mi padre,
fallecido trágicamente tras un aluvión en Copiapó en 1997. Recuerdo las muchas
veces que lo acompañé a la casa de este dirigente, ubicada en la calle José
Miguel Carrera de la población Polvorera. Por entonces, previo a la llegada de
Allende al poder, ambos eran compañeros de trabajo en Huantemé. Allí pasaban
tardes completas de un fin de semana conversando no sé de qué cosas, yo recién
era un niño de 10 años. Por lo tanto, al homenajear al ex alcalde con este
modesto texto, en el inicio del emblemático mes de septiembre, creo hacerlo
también a nombre de mi padre, un obrero minero al igual que Juan López,
entregado a la causa del pueblo.
SERGIO ZARRICUETA ASTORGA
Unidad de RRPP y
Comunicaciones
Agradecimientos por la producción
a Mauricio Véliz Huanchicay