¿Quién de los antiguos vallenarinos no
entró alguna vez al “Café Jamaica” a servirse un rico y refrescante helado,
aprovechando su céntrica ubicación? No hay discusión al decir que este
establecimiento marcó una época en los hábitos del paladar de los vallenarinos,
durante los 20 años que funcionó frente a la Plaza de Armas.
“La historia comenzó en 1956, cuando mis
abuelos maternos Humberto Órdenes e Ismenia Vásquez llegaron a Vallenar desde
La Calera con sus hijos, entre los cuales venía mi madre, Lucy Órdenes. Él era
camionero y un día decidió vender su vehículo y con esa plata compró los
derechos de llaves del local que, además de café, era también una fuente de
soda y restaurante. Él lo echó a andar en 1959, conservando el nombre que le habíanpuesto
los dueños anteriores, porque le atrajo mucho la palmera que tenía el letrero,
símbolo que hemos mantenido hasta el día de hoy”, comenta Hugo Iriarte Órdenes,
tercera generación a cargo de este tradicional establecimiento vallenarino.
¿Cómo mutó su abuelo de camionero a
heladero? “Por esas cosas fortuitas de la vida,conoció a un ingeniero en
refrigeración que le recomendó invertir en unas modernas máquinas de
fabricación de helados que venían llegando desde Estados Unidos, las famosas
Electrofreezer, una marca que ya no existe. Este amigo se comprometió a
enseñarle a mi abuelo el funcionamiento y logró convencerlo, hasta que en 1960
compró dos máquinas que utilizó hasta el 2000, más o menos”, agrega el nieto de
don Humberto.
El local del “Café Jamaica” pertenecía
auna familia de apellido Figueroa y se le arrendaron a don Humberto Órdenes,
porque de por medio existía una relación familiar, sin embargo, la relación
comercial no terminó de la mejor manera: “En 1978, a mis abuelos le pidieron el
local de un día para otro y no de la mejor manera. Le subieron el precio del
arriendo en un cien por ciento, lo que ellos no aceptaron. Hasta ese año,
habían logrado reunir un pequeño capital, gracias a que les había ido bien, y
decidieron construir su propia casa en Ramírez 153, con la perspectiva que el
Terminal de Buses iba a tener su ingreso por calle Ramírez; sin embargo, cuando
ya habían comprado el terreno, les informaron que iba a quedar por calle Prat. En
todo caso, en 1979 igual se cambiaron a esta nueva dirección. No tenían otra
alternativa”.
Evidentemente que salir del centro de la
ciudad para instalarse casi en la periferia no fue fácil para la proyección del
negocio: “Los dos primeros años fueron muy difíciles, porque la gente
simplemente no llegaba hasta acá, así es que, para complementar sus ingresos,
mi abuelo construyó una cancha de rayuela al fondo del terreno. Consiguió una
patente de quinta de recreo y arrendó el local a un club deportivo”, añadió
Hugo.
De la estancia en calle Prat, Hugo
Iriarte Órdenes recuerda nítidamente los carnavales de verano, con los
inolvidables corsos y comparsas que desfilaban a lo largo de la calle, momentos
que la gente aprovechaba para concurrir al local. “A pesar de la alegría y el
ambiente de fiesta que llevaban consigo, lo hacían en completo orden y respeto.
Entraban los disfrazados y nunca hubo ni un desorden. Era un ambiente
totalmente diferente a lo que se vive hoy en día. Había mucho respeto”, resalta
el nieto de don Humberto Órdenes.
Tras la muerte del patriarca Humberto, en
1986, se sumó el resto de la familia a cooperar con la abuela Ismenia, tanto
sus hijos como nietos. “Hicimos algunas transformaciones, cambiamos la
estructura del negocio y no se trabajó más con bebidas alcohólicas, continuamos
solo conlos rubrosde helados y confitería”, acota el hijo de doña Lucy Órdenes.
En 2009 falleció la abuela Ismenia y el
negocio pasó a ser administrado por don Hugo Iriarte (padre), quien introdujocambios
profundos, sobre todo tecnológicos, comprando nuevas congeladoras y maquinarias
con capacidad de producir siete veces más que las anteriores; en tanto, el
personal empezó a lucir uniformes y sumaron una nueva imagen corporativa del
local. “Yo me encargué de las redes sociales y, desde entonces, la clientela
subió en un 80 por ciento”, agrega Hugo Iriarte Órdenes, quien asumió la
jefatura de la gelatería, tras la muerte de su progenitor en 2018. “Importante
es hacer notar que nuestro público no es el que llega hasta el terminal, sino
que lo tenemos en todos los puntos de la ciudad. Algunos vienen todos los días;
otros vienen día por medio, podría decir que son generaciones tras
generaciones”, apunta con orgullo.
Entre las anécdotas que comenta nuestro
entrevistado, señala que el café era frecuentadopor los alcaldes cuando estaban
frente a la Plaza. “Mi padre me hablaba de Juan López, Emilio Zalaquett y
Hernán Nilo Soupper, además de los presidentes que pasaban por ahí. También hay
una anécdota de cuando vino Pinochet a Vallenar e hicieron un almuerzo en el
colegio Santa Marta. Esa vez nos compraron 50 litros de helados. Y, según nos
contaron, el general pidió repetición del postre. Cuando el equipo de seguridad
llegó a buscar los helados, fueron muy desconfiados y pidieron probarlos antes
de empaquetarlos. Fueron muy desconfiados… por razones obvias”.
¿Hasta cuándo tendremos Gelatería
Jamaica?... “Hace poco lo conversamos con mi madre y mi hermano. Ella está
dispuesta ya a dar un paso al costado para que nosotros que somos la tercera
generación nos hagamos cargo del local. Ojalá que haya una cuarta generación
para completar los cien años deleitando el paladar de los vallenarinos, aunque nosotros
ya no estemos”, concluyó emocionado Hugo Iriarte Órdenes.
SERGIO ZARRICUETA ASTORGA
Unidad
de RR.PP. y Comunicaciones
Vallenar,
28 de septiembre de 2020
Producción:
Mauricio Véliz Huanchicay