Hubo un vallenarino que destacó por su
generosidad, su buen trato y caballerosidad. Partió de este mundo hace poco más
de un año, dejando gratos e imborrables recuerdos entre quienes lo conocieron y
compartieron con él. Tal vez su nombre -Jorge Rodríguez Zambra- no señale
muchas referencias para identificarlo a la primera, pero sí su apodo cariñoso:
“Don Choche”, nombre que también lleva hasta el día de hoy la panadería y
supermercado que abrió hace más de cuatro décadas en la población Baquedano.

Tal vez, obligado por esta realidad, desde
pequeño se dedicó al comercio, abandonando tempranamente los estudios. “Solo
llegué hasta cuarto preparatoria en la ex Escuela 1, porque me gustó más el
negocio. A los 7 años andaba vendiendo leche de burra en la calle”,
acotó.Alrededor de los 10 años, vendió cazuelas en la estación de
ferrocarriles, producto que le entregaba su amiga María Herrera. “Ahí me ganaba
mi plato de almuerzo por vender”.
Gran parte de su niñez transcurrió al lado de
don Benigno Leiva, agricultor del sector Chamonate, quien prácticamente lo
crió. “Siendo un niño, era su brazo derecho, me mandaba a venderle sus
productos al mercado y a la primera feria que hubo en Vallenar, donde hoy está
el cuartel de bomberos, compuesta de puros productores”, recordó en una
entrevista que le realizaron en febrero de 2018.
En
la época de corsos veraniegos, recogía la challa esparcida en las calles y la
vendía al día siguiente. “La gente jugaba con sacos de challa que le tiraban a
las niñas en la plaza”, recuerda.
Su primer negocio, ya más crecido, fue un
local de expendio de pan que abrió en la calle Nueva Freirina, oficio que había
aprendido como panadero de la familia Georgudis; años después se cambió a la
población Baquedano, donde levantó su casa propia con la ayuda de su ex patrón
Luis Georgudis que le aportó la madera y que le pagó trabajando doble turno.
“En esta población me fue más que bien desde un comienzo y eso me llevó a la
conclusión que aquí faltaba una panadería. Con un préstamo conseguido en la
Corfo logré abrir mi propia panadería, la que tuvo mucha aceptación desde el
primer día, a pesar que no tenía ni máquinas, todo era a pulso; pero, me fui a
Santiago y por allá conseguí mis primeras revolvedoras y sobadoras”, evoca con
nostalgia.
Su paso siguiente, fue abrir el Supermercado,
tras comprobar que el sector también carecía de este servicio abastecedor.
“Llegué a fabricar 10 mil kilos de pan de pascua para las navidades… entre mis
clientes recuerdo al Supermercado Rendic y a don Abdón Baraqui“, apunta el
propio Don Choche.
Inolvidables deben haber sido para los miles
de niños las chocolatadas que entregó durante ocho años en las vísperas
navideñas. “Llegaban unos dos mil niños con sus madres y cerraba la calle para
atenderlos entre las 14 y 20 horas”, recordó.
Por su gran aporte social a la comunidad en
muchos ámbitos, fue condecorado en varias oportunidades por diversas
autoridades locales, incluyendo a Carlos Cáceres, ministro del Interior del
gobierno del General Pinochet, quien le entregó personalmente un galvano
durante un acto efectuado en la Plaza de Armas. “Dios me ayudó a crecer y así
poder ayudar a mucha gente de mi entorno que lo necesitaba”, comentó en medio
de la entrevista que quedó para el recuerdo.
Los mil días de la Unidad Popular quedaron
grabados en la mente de este hombre que dedicó su vida a la fabricación de pan:
“A mí me daban 15 quintales de harina para siete días, así es que solo podía abrir tres días en la
semana. La gobernación me daba la indicación que solo podía vender un kilo por
persona y, como no alcanzaba para todos, la gente pensaba que yo me quedaba con
la harina; como vivía a una cuadra de la panadería, a veces tenían que
escoltarme los carabineros, porque recibía insultos y amenazas. La fila de
gente era de tres o cuatro cuadras y
comenzaba a hacerse el día anterior porque pernoctaba ahí mismo, cuidando su
lado, dormían envueltas en brazadas en la misma calle. Fueron días difíciles”.
Entre sus anécdotas, recuerda que cuando niño
lo atropelló un camión en calle Ramírez con San Ambrosio. “El camión pasó por
arriba suyo y su cuerpo quedó saltando” le dijo un día una señora que vio el
accidente. Agrega que venía en bicicleta y al doblar se ronceó el móvil cayendo
al suelo, tras lo cual el camión lo arrolló. En el hospital de Coquimbo, adonde
fue trasladado, le dijeron que solo tenía una pequeña trizadura en la columna.
“La persona que me atropelló fue detenida y murió de un ataque en el calabozo,
porque nunca había estado preso”.
Su gestión comercial concluyó en un ciclo
negativo que terminó con dejarlo prácticamente con lo puesto, pero nunca se
quejó ni renegó; por el contrario, hasta el
último día de su vida, asumió los acontecimientos con filosofía
oriental. “Pienso que cumplí a lo que vine. Ahora no tengo nada. Vivo de la
jubilación y tampoco necesito más plata. Con lo que tengo, soy feliz”, dijo en
febrero de 2018 en una entrevista grabada.
Finalmente, a modo de mensaje, expresó que “a
las generaciones de hoy debieran dejarlos trabajar desde pequeños, porque así
se hacen más responsables. Hoy vemos jóvenes de 18 o 20 años que no hacen nada
y exigen de todo a sus padres. Lo principal es que se esfuercen en estudiar”.
Don “Choche” dejó de existir el 30 de abril
de 2019, a la edad de 80 años. Durante 52 años formó matrimonio con la señora
Juanita Marín Escobar y dejó cinco hijos.
SERGIO ZARRICUETA ASTORGA
Unidad de
Comunicaciones y RRPP
27 de julio de 2020